La amistad es como los árboles, se siembran, crecen y luego entregan sus frutos, los frutos se van dando a través del tiempo, en cada minuto compartido, pero hay algo más importante que la cantidad del tiempo disfrutado, es la calidad del tiempo que se vivió con las personas.
Existen árboles que entregan frutos cosechados a través de alegrías y penas compartidas, otros han sido cosechas de infancia, escuela, momentos de entretención. También están los que entregan frutos espontáneos, que nacen y no sabemos como, pero tenemos claro que están presentes.
Quizás se desarrollaron a través de mutua simpatía, que no tiene explicación o no somos capaces de entender el momento en el cual comenzó a existir.
Lo más importante es que aprendemos a querer a nuestras amistades, sin importar su apariencia física, nivel social, o su forma de ser, simplemente seguimos el impulso llamado amistad, y aquellos frutos, cada vez serán de mejor calidad y perduraran para toda la vida, claro si sabemos mantenerlos.
Aunque nos alejemos de aquellos árboles, nuestros sentimientos a la distancia, serán como el agua, ya que los mantendrán con vida, y siempre que se pueda, volveremos a visitar la raíz de los árboles y se iniciaran nuestros recuerdos, creando los frutos del pasado, que alegraran vuestros corazones.
